Las empresas van a necesitar ayuda
El empresario Pedro Cascales, Secretario de Prensa de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), nos ofrece su visión de la situación provocada por el covid-19 y los próximos pasos a seguir

La versión extendida en audio de esta conversación está disponible en Soundcloud:
Cuando llegó el covid-19, Argentina ya llevaba algunos meses con una situación económica muy compleja, y a pesar de que la gestión de la crisis está siendo bastante efectiva, los retos de futuro son muy importantes. En la conversación que mantuvimos hace pocos días, Pedro Cascales, Secretario de Prensa de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), reflexiona sobre la globalización y el papel de Latinoamérica en la economía mundial, así como sobre la situación de las empresas ante toda esta situación, y su perspectiva desde Argentina, un país con un eterno enorme potencial, y una realidad que lucha por desplegar todo ese potencial.
Pedro Cascales ha sido empresario durante más de 35 años en diferentes etapas, pero también desde muy pronto se implicó en la actividad de asociaciones empresariales. Siempre ha pensado que es mejor trabajar en grupo y “por el bien común, porque aunque haya competitividad, siempre podemos colaborar para conseguir algo mejor”.
Piensa que estamos entrando en un terreno totalmente nuevo, a partir de una situación que no se había vivido de una manera tan global en la historia de la humanidad. En este contexto, una salida de acuerdo a las reglas del mercado dejaría demasiados daños permanentes, difíciles de sanar, y por tanto es partidario de una intervención muy importante de los gobiernos y el sector público para evitar lo que se podría convertir en un colapso global. Vamos a replantearnos muchas cosas, desde nuestro papel como consumidores (qué compramos, donde, a quien, por qué). Vamos a ser consumidores más conscientes, responsables, exigentes.
Argentina, en este contexto, ha aprovechado la ventaja de ver como la expansión de la pandemia crecía antes en Europa, y ha tomado las medidas necesarias con antelación oportuna. La situación, no obstante, provocará cambios profundos en nuestros hábitos: desde la consolidación del trabajo remoto, hasta el commuting y el mercado inmobiliario (cambios en las oficinas, aparcamientos, etc.). Por otro lado, los sistemas de pago electrónicos y extrabancarios avanzará rápidamente al calor de la nueva “economía de bajo contacto” que ya estamos empezando a vislumbrar, pero deberemos estar muy atentos a como afecta a las capas más vulnerables, o menos preparados para estos cambios tan rápidos. Parece que hay un resurgimiento de la solidaridad en la población, y quizá es el momento de extender herramientas como la Renta Básica Universal para garantizar que la desigualdad no aumenta de manera exponencial. En este sentido, es paradójico que un país como Argentina, que podría alimentar a 500 millones de personas, tenga población pasando hambre.
A corto plazo, parar la globalización puede ser posible e incluso tener algùn resultado efímero, pero a medio y largo plazo es inviable volver a cerrar las economías. Las instituciones multilaterales, como Naciones Unidas o el Fondo Monetario Internacional, van a ser muy necesarias en el futuro, pero tendrán que reinventarse, cambiar profundamente para ser un agente efectivo en esta nueva realidad. Parece claro que aquellos países que intenten operar individualmente, aislados del resto, se darán cuenta que les va peor, y que la colaboración es la mejor forma de poder desarrollarse.
Latinoamérica, por su parte, se ha movido en ondas sincronizadas a lo largo del tiempo, pero aun cuesta encontrar el equilibrio político y económico. El peso del sector privado en el conjunto de la dinámica económica es aun demasiado importante, respecto a un liderazgo político que no es capaz de establecer sistemas impositivos que puedan garantizar una base sólida de capital social y servicios públicos.
La empresa, en este entorno, y sobretodo la pyme, necesitará ayuda para salir reforzado de esta situación. Si bien el empresario, y la pequeña empresa, son muy resilientes a los periodos de crisis, es muy difícil que puedan afrontar sin apoyo externo una situación como la actual, porque corre el riesgo de colapsar. El mensaje para los empresarios es que deben pensar en alternativas, soluciones nuevas para los retos que tienen planteados, porque los métodos tradicionales seguramente no va a funcionar ahora. Deben apoyarse en sus habilidades, en aquello que hacen bien, y tratar de potenciarlo al máximo.